Marco Tulio Cicerón fue uno de los más ilustres oradores de la República, cuando ésta daba sus últimos coletazos. No es la intención de este artículo describir su vida, sino el episodio de ésta que le persiguió durante toda su ulterior carrera política.
Durante su consulado, en 63 a. C., consiguió prevenir un golpe de estado encabezado por Lucio Sergio Catilina, al que no detuvo en el momento, pero a cuyos cómplices redujo prácticamente el día antes de que lo llevaran a cabo.
Cicerón, debido a que Catilina había logrado huir de Roma, para ponerse al frente de los rebeldes, presionó al Senado de Roma para que mandaran ejecutar a los conspiradores sin demora. El problema es que en la Roma de esos tiempos no se podía ejecutar a ningún ciudadano sin juicio previo. Cicerón consiguió que el Senado lo aprobara debido a la imperiosa necesidad de mostrar a Catilina y sus rebeldes que en Roma controlaban la situación, y para no dejar posibilidad de que los conspiradores detenidos pudieran huir y reunirse con Catilina.
Cicerón, tras ello, mandó a las legiones tras Catilina, el cual decidió luchar contra Antonio (el padre del otro Marco Antonio) y perdió.
El problema es que, pese a la autorización del Senado (la pena de muerte fue solicitada por el mismísimo Catón), en Roma se consideraba el derecho a juicio como un fundamental y básico. Pese a que el Senado otorgó a Cicerón el título de “Padre de la Patria”, del cual el susodicho estaba de los más orgulloso, el episodio le persiguió durante el resto de su vida. Tuvo incluso que retirarse de Roma durante un tiempo, perseguido por un tribuno llamado Clodio, que mandó publicar un edicto según el cual se perseguiría a cualquier ciudadano que asistiese a otro que hubiera permitido ejecutar a un Romano sin juicio previo.
Para saber más sobre este episodio de la vida del gran orador, puede leerse una novela reciente, de Robert Harris, “Conspiración”.
Ni a un personaje como Cicerón, considerado por muchos el mayor orador de la historia de Roma, un escritor reconocido, Padre de la Patria, filósofo, gran político y un largo etc., se le puede reconocer un historial sin mácula. Todos los grandes de la historia tiene episodios oscuros, la cuestión es que sus luces fueran mayores que sus sombras; y que sus sombras no fueran demasiado oscuras.
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