El primer triunvitaro: Pompeyo, Craso y César

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El primer triunvitaro: Pompeyo, Craso y César

Roma era un tumulto de desórdenes civiles. La situación heredada del conflicto entre Mario y Sila, la dictadura de Sila, y su posterior retirada, habían dejado Roma de vuelta y media.

Ante esta perspectiva, tres personajes que no se pudieran considerar amigos, decidieron unirse y repartirse de facto el poder en Roma. Pompeyo pondría la autoridad, puesto que era el general más valorado en el momento, no por nada era Pompeyo el Grande; Craso pondría el capital necesario y César, que en el momento era el que menos aportaba al Triunvirato, pero era Sumo Pontífice, cargo de gran importancia social, aparte de religiosa, por supuesto.

La cuestión era lo que conseguía cada uno con este pacto. Pompeyo cimentaba su autoridad y primacía en la República, Craso conseguía apoyo para su campaña deseada, Partia; y César para la suya, la Galia.

Los resultados finales de ese pacto en la sociedad romana son de sobra conocidos, fue el enésimo, pero no último, clavo de la tumba de la República Romana; pero centrémonos en lo que resultó de los personajes que lo integraron.

Pompeyo consiguió convertirse en el hombre más importante de la República, sobre todo porque fue él quien se quedó en Roma, y sólo hasta la vuelta de César. Craso, o más bien su cabeza separada del cuerpo, adornó una representación teatral a la que asistía el emperador parto. Y César, sin lugar a dudas el que mejores resultados consiguió de dicho pacto, conquistó la Galia, se hizo rico, y jugó con el Senado y Pompeyo para que le declararan la guerra, vencer, y convertirse finalmente en Dictador Vitalicio.

El que menos aportó al Triunvirato fue el que mejor salió parado. Una lección a aprender cuando se hacen asociaciones, equilibrar aportaciones con resultados.

By | 2022-02-20T11:17:04+00:00 mayo 2nd, 2011|Historia General, Roma|0 Comments

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