El Servicio Especial Aéreo (Special Air Service -SAS-)
Desde su nacimiento en Kabrit (1941), el Special Air Service, que ahora pertenece a las United Kingdom Special Forces [1 ], ha capturado la imaginación de civiles y militares por la extremada organización, destreza y valentía con la que realizan sus operaciones. Desde el primer momento de su creación se inculcó en la mente de sus hombres la idea de convertirse en héroes debido a las circunstancias en las que se encontraban inmersos. Estaban en plena Segunda Guerra Mundial y los nazis no paraban de expandirse. Varios países europeos habían caído ya en manos de Hitler, y Rommel estaba apunto de hacerse con el control de todo el norte de África. Se necesitaban hombres con capacidad de sacrificio y ganas de acabar con semejante hostilidad. Era el momento oportuno para crear un cuerpo de operaciones especiales dispuesto a realizar incursiones a todo riesgo en bases enemigas, a modo de guerrilla, pero extremadamente capacitada. Y así se hizo, tras dos años de cruenta guerra, se creó el Special Air Service.
La poca información que se ofrece acerca del tema y sobretodo lo menospreciados que por ende, se ven estos cuerpos de elite, es sin duda el incentivo que ha hecho que el objetivo sea aventurarse a investigar el mejor de ellos, sobretodo para defender la idea de que este tipo de cuerpos son cada vez más necesarios, visto que la mayoría de ejércitos está ahora reduciendo su personal, para apostar más por las nuevas tecnologías y el equipamiento[2].
Durante un periodo de 60 años el SAS se ha encontrado inmerso en diversas situaciones de riesgo realizando diferentes misiones. La selección y el entrenamiento de su personal, le hace ser el mejor cuerpo de operaciones especiales del mundo. Tanto es así, que las SAS están configuradas para poder ayudar a países extranjeros en operaciones especiales y además se ha encargado de guiar a los mismos en la creación de nuevas fuerzas de operaciones especiales, por la experiencia y conocimiento de muchos de sus generales que se remonta a la Segunda Guerra Mundial.
El SAS tiene sus propias costumbres, vestimenta, su propia insignia, sus poemas, su metodología y equipamiento. En los momentos en los que lo ha necesitado, ha llegado incluso hasta crear sus propios utensilios de guerra para satisfacer sus necesidades, como es el caso de la Bomba Lewis, que definiremos más adelante, o la Stun Grenade o ‘granada que te deja sin sentido’.
Dicho esto, cabe decir que la metodología del trabajo se basa en la recopilación de abundante información proveniente de libros y revistas especializadas, además de páginas web debidamente acreditadas[4], para luego construir un trabajo que pretende defender la idea de que estos grupos especializados son necesarios para la defensa de un país, sobre todo sabiendo que la mayoría de ejércitos están ahora tratando de reducir su personal, para contrarrestarlo con una mejora en avances tecnológicos, armas y material de equipamiento.
El comando número 8 pertenecía a Layforce, una brigada de comandos creada en el Reino Unido a finales de 1940 para asistir a fuerzas británicas en el Norte de África. Estaba formado por el Comando 7, 8 y 11, aparte del Special Boat Section y el 50 y 52 Comandos, todos ellos formados por marines e infantería acostumbrados a trabajar en el mar. Los cuarteles generales británicos del Este llevaban pidiendo la ayuda de estos comandos desde hacía días. Un soldado escocés perteneciente al Comando número 8 llamado David Stirling dijo que, si la asistencia del Layforce no fuera posible por mar, igual habría que hacerlo por paracaídas[6]. Cuando su amigo Jock Lewis obtuvo el permiso necesario de Laycock para experimentar con paracaídas, Stirling decidió unirse a la aventura. Ninguno de los comandos que había en Oriente Medio tenía conocimientos de paracaidismo, y en 1941 no había escuela de paracaidismo en tal sitio. Stirling, Lewis y otros seis comandos decidieron entrenarse en el Aeródromo de Mersa Matruh. Stirling, después de varios meses de entrenamiento acabó hospitalizado en un Hospital Escocés de Alejandría con la espina dorsal dañada y una pierna paralizada.
Utilizó su tiempo en el Hospital para escribir todo lo que pensaba acerca de estos nuevos grupos de elite que se llevaban haciendo desde hace meses. Pensaba que la idea del ataque por sorpresa se había perdido, y se imaginaba el daño que podía hacer un grupo de unos 200 expertos al llegar a territorio enemigo sin aviso previo, sobretodo por haber visto cómo normalmente se pierde hasta un tercio de los hombres que se envían sólo para asegurar el área de aterrizaje. En vez de crear un regimiento grande, Stirling pensó en un máximo de 60 hombres divididos en grupos de 4 o 5 unidades, que aterrizarían con su paracaídas cerca de un objetivo, se esconderían hasta que cayera la noche, y luego empezarían con el sabotaje, para finalmente escapar hacia donde unidades móviles armadas les esperarían para llevarles de vuelta a campamentos aliados. Pensó que en vez de enviar tantas tropas vía mar para despejar el terreno, mejor sería planear ataques directos hacia los objetivos de tierra, como podían ser aeropuertos, enviando directamente a los grupos de expertos en paracaídas.
En Julio de 1941, Stirling salió del Hospital y lo primero que hizo fue dirigirse a las oficinas centrales del ejército británico en Oriente Medio para argumentar sus planes de ataque. Un hecho curioso es que en la entrada del recinto se encontraban guardas que no quisieron dejarle pasar, a pesar de ser soldado británico, y entonces optó por evadir la entrada principal y entrar por las rejas que aislaban el recinto. Saltó por ellas y escaló una de las paredes del edificio que desembocaban en las oficinas centrales, donde se encontraba el Comandante Ritchie y el General Auchinleck. Anonadados por la inesperada visita de Stirling, que además había entrado por la ventana deseándoles unas buenas tardes, decidieron escucharle. Las ideas que expuso atrajeron a ambos y sobretodo porque el General Auchinleck llevaba semanas pensando en algo parecido porque el mismísimo Winston Churchill se lo había encargado visto el avance nazi en Siria, Creta y Tobruk. Como vimos, ya el General Dudley Clarke había creado un grupo de comandos, pero no triunfó ya que no sólo no consiguieron su principal objetivo (matar o capturar a Rommel), sino que no cesaron los ataques verbales e incluso físicos por parte de los comandos hacia sus superiores. El No. II Commando creado por Dudley Clarke desapareció el 18 de Noviembre de 1941, dando paso a la creación de L’ Detachment y eventualmente, a las primeras filas del SAS a secas.
Eliminado el comando de Dudley Clarke, el General Auchinleck autorizó a Stirling el reclutamiento de 66 comandos del Layforce, que como recordamos había sido creado en 1940 para asistir al ejército británico en el Norte de África, sobretodo por el daño que estaba haciendo el zorro del desierto (Rommel). Y de ahí se creó el nombre de L’ Detachment, que no era más que un diminutivo de Layforce Detachment.
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