Tras leer «When it happened» del británico George Chamier, que explica brevemente todos los capítulos más importantes de la historia de las islas, de entre ellos Trafalgar, descubro un detalle fundamental para entender la estupidez de haber sacado las flotas (francesa y española) de la bahía de Cádiz cuando sabíamos que Nelson estaba ahí fuera, en 1805.
Resulta que Napoleón llevaba tiempo riéndose de Villeneuve porque le creía cobarde e incapaz de enfrentarse a Nelson en una batalla naval.
La ironía de la vida colocó a Villeneuve al mando de las flotas hispano-francesas de la bahía, y tras conocer la noticia de que Nelson les estaba esperando, se armó de valor y decidió salir de Cádiz para ir en su busca y así redimirse ante Napoleón.
A pesar de que las órdenes eran que debían permanecer refugiados en la «U» de Cádiz, la verdad es que fue Nelson, y no el error de salir de la bahía, el que decidió el curso de la batalla, volviendo a demostrar lo maestro naval que era.
Ordenó a su flota a formar dos líneas paralelas que debían dirigirse directamente hacia la línea hispano-francesa, para así dividirla en tres partes, y tras recibir mucha caña hasta llegar a romper la línea, una vez rota los ingleses, mejor posicionados, destruyeron la flota napoleónica, una buena parte de la española, y se aseguraron el dominio de los mares durante al menos 100 años más.
Sin embargo, Nelson murió en Trafalgar, pero cuenta Chamier que antes de morir recibió la noticia de que había ganado la batalla, por lo que supongo, se fue a gusto, el hijo puta.
Sin duda nos tuvo que tener cariño, tras perder un brazo en Tenerife y morir contra los mismos en nuestros mares.
[En la foto, contemplamos la muerte de Cosme Damián Churruca, de los Churruca de toda la vida, personajes donde los haya].