Las Navas de Tolosa: La Cruzada de España
Tras la Batalla de Alarcos (Ciudad Real – 1195) en la que los almohades se adueñaron de casi todos los territorios protegidos por los caballeros de la Orden de Calatrava, los reinos cristianos tuvieron que abandonar su idea de reconquistar Al-Andalus, tras haber perdido cerca de 300.000 hombres en batalla.
Diecisiete años después, el 16 de julio de 1212, los reinos cristianos formaron una coalición de 70.000 soldados de élite, gracias a las aportaciones del Reino de Castilla, Navarra y Aragón; a las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Temple y San Juan) y a voluntarios franceses, portugueses y leoneses, para combatir en lo que luego llamaron La Batalla de las Navas de Tolosa.
Muchos pueden pensar que los españoles no intervinieron en las cruzadas para recuperar Jerusalén y demás territorios sagrados pero, en realidad, España tuvo su propia cruzada, porque los moros no sólo ocupaban la mitad sur de la península ibérica sino que además, llegaron rumores de que Miramamolín planeaba hacerse con Toledo. De hecho la cruzada en España fue declarada por el propio Rey Alfonso VIII de Castilla, junto con el Arzobispo de Toledo (Rodrigo Ximénez de Rada) y el Papa Inocencio III. Alfonso necesitaba redimirse tras la ferviente derrota de Alarcos, en la que él mismo luchó y tuvo que huir por patas.
Aunque los cristianos dijeron que Miramamolín trajo consigo a 400.000 hombres, diversos historiadores han dejado la cifra en unos 120.000. Y sus tropas las formaban gente de todos lados de Oriente: infantería ligera marroquí, tropas andalusíes, caballería africana, arqueros turcos a caballo y los que se hicieron llamar Guardia Negra, que eran unos soldados senegaleses que se encontraban atados entre sí por enormes cadenas para que el Sultán se asegurase de que no huyeran y pelearan a muerte. En medio de todos estos, el sultán arengaba desde su tienda a sus tropas vestido completamente de verde (color del Islam), portando el Corán en una mano y una cimitarra en la otra. (La Esmeralda del Corán y las cadenas de los senegaleses forman parte hoy del escudo de Navarra y aparece también en el cuadro inferior derecho del de España).
Por su lado las tropas cristianas podrían haber llegado a sumar unos 100.000, porque más de 30.000 ultramontanos (de más allá de los Pirineos), en su mayoría franceses, acudieron a la llamada del Papa pero, al no estar de acuerdo con la estrategia a seguir de Alfonso VIII, sólo se quedaron 150 caballeros del Languedoc (territorio del sur de Francia). Cabe mencionar que esta es la época en la que los reyes luchaban en las batallas como cualquier otro soldado, y estos fueron: Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón (El Rey de León Alfonso IX y Alfonso II de Portugal no acudieron a la batalla).
LA BATALLA
Como cabe esperar, durante cualquier día de julio en Jaén, hacía un calor asfixiante. Las tropas cristianas llegaron sobre el 13 de Julio, y se produjeron algunas escaramuzas durante el fin de semana. El lunes 16 de julio de 1212 Alfonso VIII decide atacar.
Los almohades fueron listos porque conscientes de las disputas entre los propios cristianos, no hicieron más que reforzarse y esperar hasta que ellos atacaran. De hecho la jugada les salió bien porque como dijimos antes unos 30.000 hombres se retiraron por disputas con Alfonso. Aun así, parece que la treta no les salió tan bien como esperaban.
Las Órdenes Militares formaron en el centro flanqueados por los navarros y las milicias urbanas de Ávila, Segovia y Medina del Campo por la derecha. Por la izquierda, los aragoneses.
El primero que ataca es el vizcaíno López de Haro con su caballería, que además lo hace de manera frontal, directamente a por las primeras líneas de los almohades, pero estos, tal y como hicieron en la batalla de Alarcos, utilizaron la táctica de la escaramuza, es decir, tirar flechas y ballestas hasta un cierto punto, y cuando la caballería se encontraba a unos 50 metros, se retiraban corriendo de manera que las gruesas fuerzas de élite del centro pudieran contraatacar.
López de Haro tuvo que ser asistido por la segunda línea cristiana tras sufrir muchas bajas porque la caballería ligera almohade, equipada con arco, hizo una excelente labor de desgaste. Aun así no fue suficiente y muchos se retiraron, exceptuando López de Haro, su hijo, Núñez de Lara y las órdenes militares, que se mantienen heroicamente en combate cerrado.
Al ver que muchos cristiano retrocedían, los reyes deciden entrar en combate con una carga crítica al frente de sus caballeros e infantes, hecho que hace que las demás tropas vuelvan a combatir junto a sus reyes.
El rey Sancho VII de Navarra aprovechó que la milicia había entablado combate a su flanco para dirigirse directamente hacia Al-Nasir (Miramamolín). Los doscientos caballeros navarros, junto con parte de su flanco, atravesaron su última defensa: los im-esebelen, una tropa escogida especialmente por su bravura que se enterraban en el suelo o se anclaban con cadenas para mostrar que no iban a huir. Sea como fuere, lo más probable es que la unidad navarra fuera la primera en romper las cadenas y pasar la empalizada, lo que justifica la incorporación de cadenas al escudo de Navarra.
Entonces llega un momento en el que ambos bandos entienden que están pasando por el momento más crítico de la batalla, en el que tienen que dejarse la vida si pretenden salir victoriosos, y así lo hacen. La lucha es a muerte. Pero muchos coinciden en que en aquella época no había nada que pudiese frenar una carga de caballería pesada que se fijase en un objetivo único. Para que se imaginen el panorama, tras la contienda no había caballo que pudiese caminar a gusto por el campo, de la cantidad de cadáveres que había. El Ejército almohade acabó desintegrado, y los que lograron escapar lo hicieron corriendo y sin rumbo, tal y como tuvo que hacer el mismísimo Califa. De los 70.000 cruzados que acudieron a la batalla, sólo murieron 2.000, y de los 125.000 almohades, cayeron 90.000. Los trofeos capturados durante la batalla se encuentra en la Iglesia Nuestra Señora del Castillo en Vilches.
Más Fuentes de Información sobre la Batalla de las Navas de Tolosa, en 1212: