El error de Cicerón
Marco Tulio Cicerón fue uno de los más ilustres oradores de la República, cuando ésta daba sus últimos coletazos. No es la intención de este artículo describir su vida, sino el episodio de ésta que le persiguió durante toda su ulterior carrera política.
Durante su consulado, en 63 a. C., consiguió prevenir un golpe de estado encabezado por Lucio Sergio Catilina, al que no detuvo en el momento, pero a cuyos cómplices redujo prácticamente el día antes de que lo llevaran a cabo.
Cicerón, debido a que Catilina había logrado huir de Roma, para ponerse al frente de los rebeldes, presionó al Senado de Roma para que mandaran ejecutar a los conspiradores sin demora. El problema es que en la Roma de esos tiempos no se podía ejecutar a ningún ciudadano sin juicio previo. Cicerón consiguió que el Senado lo aprobara debido a la imperiosa necesidad de mostrar a Catilina y sus rebeldes que en Roma controlaban la situación, y para no dejar posibilidad de que los conspiradores detenidos pudieran huir y reunirse con Catilina.