El conflicto árabe – israelí
La raíz de este conflicto sin duda se encuentra en la Biblia, concretamente en el Génesis, cuando Yahvé le dijo a Abraham:
«Deja tu tierra y tus parientes y la casa de tu padre, y ve a la tierra que te mostraré»
Basándose en esta contundente frase, los extremistas judíos reivindican el territorio en el que supuestamente se asentaron los judíos en el pasado, incluyendo Judea y Samaria (nombres bíblicos de Cisjordania, ocupado desde 1967 por los árabes).
Los judíos comenzaron la diáspora, la dispersión por todo el mundo, desde el año 70, cuando los romanos destruyeron el segundo templo de Jerusalén, el de Herodes, del que sólo queda el Muro de las Lamentaciones. Pero los palestinos también acuden a ese término para referirse al éxodo que tuvieron que hacer tras las guerras de 1948 y 1967 contra los judíos.
Todo el mundo ha de saber que Israel hoy es país con fronteras porque así lo marcó la ONU con la Resolución 181 de Noviembre de 1947, que recomendaba la partición del territorio palestino en dos estados: uno judío y otro árabe.
Pero para los palestinos, la Resolución de la ONU nunca significó más que un tratado que justificaba las fronteras «mal trazadas» por los occidentales con el fin de darle una casa a los judíos.
Antes incluso de que Israel fuera proclamado Estado, las guerras árabe-israelíes dieron comienzo, provocando el éxodo de más de 300.000 palestinos. Unos meses más tarde, al día siguiente de la proclamación de Israel, el 14 de mayo de 1948, tropas de Egipto, Líbano, Siria, Irak y la Legión Árabe de Transjordania franquearon las fronteras del nuevo Estado.
El Ejército israelí rechazó la ofensiva y ocupó la totalidad del desierto del Neguev. Los combates finalizaron con los acuerdos de Rodas (1949), por los que Israel obtuvo 5.000 kilómetros cuadrados más de los que le había concedido la ONU, y Jerusalén quedó dividida entre árabes e israelíes. Sólo dos sectores quedaron en manos árabes: la franja de Gaza, administrada por Egipto, y Cisjordania, incluida Jerusalén este, que fue anexionada por Jordania en 1950.
Pero Israel, y aquí es cuando incluso los judíos se dividen en dos posturas, no paró de expandirse.
En 1967, a causa de un bloqueo egipcio, Israel atacó a Egipto, Jordania y Siria, y al cabo de una victoriosa campaña relámpago, del 5 al 10 de junio, ocupó los altos del Golán (Siria), Cisjordania, Jerusalén este, Gaza y la península del Sinaí (Egipto), por si fuera poco. La guerra de 1967 como dijimos tuvo profundas consecuencias en la sociedad israelí, que se dividió en dos: Por un lado, los «palomas», partidarios de que los territorios ocupados pudieran ser negociables. Y, por otro, los «halcones», contrarios a devolverlos y partidarios de abarcar toda la tierra posible del Israel histórico.
A raíz de aquí han habido innumerables intentos de lograr la paz, el más famoso sin duda el de Camp David, pero tal y como me decía una amiga con sangre judía-estadounidense, ¿Cómo se consigue la paz si sabes que tu padre, madre, tíos y abuelos tienen a su vez otros parientes que han sido asesinados por Hamás?
Lo que está claro, le dije, es que si los palestinos también piensan así estamos jodidos… porque el ejército israelí también ha matado civiles, y si no se olvida lo que pasó ayer en pro de lo que pueda pasar mañana, jamás se llegará a nada más que guerra.