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Andrea Doria

Tras ser almirante y hombre de estado genovés, en 1528 abandona a Francisco I de Francia para convertirse en hombre de confianza de Carlos I de España. Dicen que sin su flota el imperio español dificilmente hubiera podido gozar de tanta hegemonía en el Mediterráneo, pues prestó su flota en innumerables ocasiones, sobre todo cuando hacían falta grandes traslados de tropas. Valga de ejemplo la empresa de Corón (1532), la de Túnez (1535) y Argel (1541), o cuando en 1552 lleva de España a Italia a 6.000 hombres y 1 millón de ducados, necesarios para la guerra en Italia.
Doria luchó mayoritariamente contra los franceses y los turcos, en numerosas batallas, pero también se encargó de lidiar con berberiscos (Dragut) a lo largo de todo el siglo XVI. Sin embargo, tal y como todos los que algún día se creyeron invencibles, cometió errores por extrema confianza como el de enfrentarse a 120 galeras turcas con tan sólo 40 naves suyas, donde tras perder 7 de las mejores, decidió retirarse hacia Nápoles, nuevamente sitiada por los turcos.
Peculiar fue su lucha contra Barbarroja en 1535, tras la ofensiva de España por intentar hacerse con el control de Túnez, empresa que consiguieron. Las escuadras para ir a Túnez llevaban concentrándose en Barcelona durante todo un año, viniendo tropas de todos los confines del imperio.
A la hora de hacer el recuento en Cagliari, Carlos I pasa revista y cuenta 74 galeras y fustas, 300 naves de vela, 25.000 infantes y 2.000 jinetes. Tomada la forataleza de La Goleta, y recuperada Túnez el 21 de junio de 1535, Carlos propone dirigirse a Argel, pero sus aliados no lo creen oportuno y se dispersan.
En 1541, Doria, gran conocedor del mar y sus corrientes, se une a los que no consideran correcto atacar a los turcos en Argel, en contra de las opiniones de Carlos I, sino atacarles en el corazón de Europa, Budapest. Sin embargo, el emperador se empeña, causando una de las más grandes derrotas que ha sufrido España.
Ni 65 galeras, 300 naves de guerra y transporte, llevando 12.000 hombres de mar y para el desembarco 8.000 infantes españoles, 6.000 alemanes y 6.000 italianos, 3.000 aventureros y 2.000 caballeros, más unos 4.000 soldados de dotación de las galeras, pudieron conquistar la plaza de Argel, donde entre moros y turcos nos dieron ‘palpelo’.

Otra vez España perdía una batalla por la tozudez de uno de sus reyes, que en contra de las opiniones de expertos decide seguir ‘la voluntad del Señor’, porque al fin y al cabo el Señor es el que eligió que él fuera rey y no los otros, malditos desgraciados. El temporal azotó no sólo a la flota de Doria sino a la de Bernardino de Mendoza, y aún teniendo casi cinco veces más tropas que las que defendían la fortaleza, al no tener armas de asedio, tuvieron que retirarse hacia Baleares e Italia incluso tirando caballos por la borda para que cupieran todos los soldados en los pocos barcos que quedaban. Espectáculo bochornoso.
Sin más, Andrea Doria fue un hombre de mar, al servicio de los reyes, pero quizás, en algún sentido, con más poder que ellos. No mucha gente disponía de una flota personal que podía ser arrendada por servicio, cobrando lo que ni se imaginan. Recientemente, un barco lujoso de pasajeros, el SS Andrea Doria llevó su nombre al igual que el asteroide (2175) Andrea Doria. Gran hombre éste, que en paz descanse.