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El eterno conflicto entre Chile y Perú

No sé si por embriaguez o por delirio, el Comandante General del Ejército de Perú, Edwin Donayre, pronunció unas palabras en una reunión supuestamente informal entre miembros del ejército peruano que han revolucionado la opinión pública de Chile y por ende, la de Perú.

Sus palabras literales fueron: «He dado la consigna que chileno que entra [en Perú] ya no sale, saldrá en cajón. Si no hay suficientes cajones, saldrán en bolsas de plástico». Y el vídeo lo podéis ver en este enlace.

La verdad es que este conflicto tiene su historia pero básicamente se resume en que las Repúblicas del Perú y Chile sostienen una disputa diplomática sobre la soberanía de una zona marítima de aproximadamente 37,900 kms2 en el Océano Pacífico.

Para Chile no existen temas limítrofes pendientes con el Perú, ya que los límites marítimos han sido supuestamente definidos en 1952 y 1954, cuando ambos países suscribieron Convenios de pesca donde se especificaban claramente las fronteras marítimas.

Para el Perú, el límite marítimo con su vecino del sur no está definido ya que no admiten que se haya firmado un Tratado que establezca dicho límite.

Chile considera que la frontera la delimita la línea azul, dejando sin mar a las provincias peruanas del sur. El Perú, sin embargo, considera que le correspondería seguir una prolongación de sus costas (línea verde), pero que eso no sería justo para Chile, por lo que, en pro de una posición equitativa, habría que trazar una línea media (línea roja) para definir la frontera entre ambos países. Pero Chile se niega.

Todo empezó cuando en 1879 el gobierno de Bolivia decidió elevar en 10 centavos los impuestos a cada quintal de salitre extraídos de su territorio y exportados por una empresa chileno-británica. En represalia, Chile invadió Bolivia y le declaró la guerra.

Según adonde.com (el buscador del Perú), «Perú trató de mediar en el conflicto, pero Chile también le declaró la guerra, debido a que Perú tenía una alianza militar con Bolivia. La guerra tomó por sorpresa a ambos, quienes se encontraban en clara desventaja militar frente a Chile. Bolivia no tenía armada ni ejército y tras un año de enfrentamientos se retiró de la guerra, dejando al Perú solo contra Chile. Tras cuatro años de guerra, Chile venció a Perú y extendió sus fronteras hasta sus actuales límites, apropiándose de las provincia boliviana de Antofagasta y las provincias peruanas de Tarapacá y Arica. También ocupó la ciudad de Lima por cuatro años y la provincia de Tacna por 50 años. Bolivia perdió su acceso al mar.» En esta batalla destaca el nombre de Miguel Grau, el caballero de los mares, cuya biografía es digna de conocer.

Parece que no sólo entonces sino ahora, Chile cuenta con un poderío militar cinco veces superior al que posee Perú en términos de tecnología bélica, de acuerdo con apreciaciones de inteligencia de los institutos castrenses de Perú. La información coincide con el balance militar de Perú y Chile elaborado por el banco de datos del Departamento de Defensa de los Estados Unidos denominado «Military Periscope».

Claramente después de saber todo esto, es normal que los peruanos sientan un cierto resquemor. Aquí no estoy para informar sino para opinar sobre lo que ha pasado en la historia, y tras documentarme sobre lo ocurrido, que tiene mucha más tela de lo que aquí cuento, claramente me posiciono con Perú y con mi compadre Juan Carlos Montoya, que ha ayudado también con su subjetiva versión de los hechos, como noble limeño que es.
By | 2008-11-26T12:07:00+00:00 noviembre 26th, 2008|Batallas, Historia General|3 Comments

Las Navas de Tolosa: La Cruzada de España

Tras la Batalla de Alarcos (Ciudad Real – 1195) en la que los almohades se adueñaron de casi todos los territorios protegidos por los caballeros de la Orden de Calatrava, los reinos cristianos tuvieron que abandonar su idea de reconquistar Al-Andalus, tras haber perdido cerca de 300.000 hombres en batalla.

Diecisiete años después, el 16 de julio de 1212, los reinos cristianos formaron una coalición de 70.000 soldados de élite, gracias a las aportaciones del Reino de Castilla, Navarra y Aragón; a las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Temple y San Juan) y a voluntarios franceses, portugueses y leoneses, para combatir en lo que luego llamaron La Batalla de las Navas de Tolosa.

Muchos pueden pensar que los españoles no intervinieron en las cruzadas para recuperar Jerusalén y demás territorios sagrados pero, en realidad, España tuvo su propia cruzada, porque los moros no sólo ocupaban la mitad sur de la península ibérica sino que además, llegaron rumores de que Miramamolín planeaba hacerse con Toledo. De hecho la cruzada en España fue declarada por el propio Rey Alfonso VIII de Castilla, junto con el Arzobispo de Toledo (Rodrigo Ximénez de Rada) y el Papa Inocencio III. Alfonso necesitaba redimirse tras la ferviente derrota de Alarcos, en la que él mismo luchó y tuvo que huir por patas.

Aunque los cristianos dijeron que Miramamolín trajo consigo a 400.000 hombres, diversos historiadores han dejado la cifra en unos 120.000. Y sus tropas las formaban gente de todos lados de Oriente: infantería ligera marroquí, tropas andalusíes, caballería africana, arqueros turcos a caballo y los que se hicieron llamar Guardia Negra, que eran unos soldados senegaleses que se encontraban atados entre sí por enormes cadenas para que el Sultán se asegurase de que no huyeran y pelearan a muerte. En medio de todos estos, el sultán arengaba desde su tienda a sus tropas vestido completamente de verde (color del Islam), portando el Corán en una mano y una cimitarra en la otra. (La Esmeralda del Corán y las cadenas de los senegaleses forman parte hoy del escudo de Navarra y aparece también en el cuadro inferior derecho del de España).

Por su lado las tropas cristianas podrían haber llegado a sumar unos 100.000, porque más de 30.000 ultramontanos (de más allá de los Pirineos), en su mayoría franceses, acudieron a la llamada del Papa pero, al no estar de acuerdo con la estrategia a seguir de Alfonso VIII, sólo se quedaron 150 caballeros del Languedoc (territorio del sur de Francia). Cabe mencionar que esta es la época en la que los reyes luchaban en las batallas como cualquier otro soldado, y estos fueron: Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón (El Rey de León Alfonso IX y Alfonso II de Portugal no acudieron a la batalla).

LA BATALLA

Como cabe esperar, durante cualquier día de julio en Jaén, hacía un calor asfixiante. Las tropas cristianas llegaron sobre el 13 de Julio, y se produjeron algunas escaramuzas durante el fin de semana. El lunes 16 de julio de 1212 Alfonso VIII decide atacar.

Los almohades fueron listos porque conscientes de las disputas entre los propios cristianos, no hicieron más que reforzarse y esperar hasta que ellos atacaran. De hecho la jugada les salió bien porque como dijimos antes unos 30.000 hombres se retiraron por disputas con Alfonso. Aun así, parece que la treta no les salió tan bien como esperaban.

Las Órdenes Militares formaron en el centro flanqueados por los navarros y las milicias urbanas de Ávila, Segovia y Medina del Campo por la derecha. Por la izquierda, los aragoneses.

El primero que ataca es el vizcaíno López de Haro con su caballería, que además lo hace de manera frontal, directamente a por las primeras líneas de los almohades, pero estos, tal y como hicieron en la batalla de Alarcos, utilizaron la táctica de la escaramuza, es decir, tirar flechas y ballestas hasta un cierto punto, y cuando la caballería se encontraba a unos 50 metros, se retiraban corriendo de manera que las gruesas fuerzas de élite del centro pudieran contraatacar.

López de Haro tuvo que ser asistido por la segunda línea cristiana tras sufrir muchas bajas porque la caballería ligera almohade, equipada con arco, hizo una excelente labor de desgaste. Aun así no fue suficiente y muchos se retiraron, exceptuando López de Haro, su hijo, Núñez de Lara y las órdenes militares, que se mantienen heroicamente en combate cerrado.

Al ver que muchos cristiano retrocedían, los reyes deciden entrar en combate con una carga crítica al frente de sus caballeros e infantes, hecho que hace que las demás tropas vuelvan a combatir junto a sus reyes.

El rey Sancho VII de Navarra aprovechó que la milicia había entablado combate a su flanco para dirigirse directamente hacia Al-Nasir (Miramamolín). Los doscientos caballeros navarros, junto con parte de su flanco, atravesaron su última defensa: los im-esebelen, una tropa escogida especialmente por su bravura que se enterraban en el suelo o se anclaban con cadenas para mostrar que no iban a huir. Sea como fuere, lo más probable es que la unidad navarra fuera la primera en romper las cadenas y pasar la empalizada, lo que justifica la incorporación de cadenas al escudo de Navarra.

Entonces llega un momento en el que ambos bandos entienden que están pasando por el momento más crítico de la batalla, en el que tienen que dejarse la vida si pretenden salir victoriosos, y así lo hacen. La lucha es a muerte. Pero muchos coinciden en que en aquella época no había nada que pudiese frenar una carga de caballería pesada que se fijase en un objetivo único. Para que se imaginen el panorama, tras la contienda no había caballo que pudiese caminar a gusto por el campo, de la cantidad de cadáveres que había. El Ejército almohade acabó desintegrado, y los que lograron escapar lo hicieron corriendo y sin rumbo, tal y como tuvo que hacer el mismísimo Califa. De los 70.000 cruzados que acudieron a la batalla, sólo murieron 2.000, y de los 125.000 almohades, cayeron 90.000. Los trofeos capturados durante la batalla se encuentra en la Iglesia Nuestra Señora del Castillo en Vilches.

Más Fuentes de Información sobre la Batalla de las Navas de Tolosa, en 1212:

  1. Wikipedia
  2. Grandes Batallas
  3. Revista de Historia
  4. Muy Historia
  5. ABC

 

By | 2017-12-05T16:48:11+00:00 octubre 22nd, 2008|Batallas, Historia General|8 Comments

Tenerife hubiera evitado Trafalgar

En ningún momento quiero decir que pudimos haber ganado la batalla porque nuestra «Armada Invencible» no había sido renovada en 50 años, y porque antes de la trifulca la peste amarilla acabó con más de la mitad de la tripulación de nuestros barcos, teniendo que recurrir a la contratación forzosa o a lo que llamo yo: «O te metes en el barco o te dejamos sin ojos». Tampoco voy a decir que la culpa fue de los franceses y especialmente de Villeneuve, porque este artículo no tratará sobre la batalla.

(más…)

By | 2017-03-21T15:17:56+00:00 octubre 16th, 2008|Batallas, Misterios|1 Comment
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