En ningún momento quiero decir que pudimos haber ganado la batalla porque nuestra «Armada Invencible» no había sido renovada en 50 años, y porque antes de la trifulca la peste amarilla acabó con más de la mitad de la tripulación de nuestros barcos, teniendo que recurrir a la contratación forzosa o a lo que llamo yo: «O te metes en el barco o te dejamos sin ojos». Tampoco voy a decir que la culpa fue de los franceses y especialmente de Villeneuve, porque este artículo no tratará sobre la batalla.
Más bien quiero explicar por qué creo que la batalla pudo ser evitada, y para ello damos un salto en la historia hasta las costas de Canarias del siglo XVIII.
Ya desde principios de la conquista, recién comenzado el siglo XVI, berberiscos, árabes, franceses, holandeses y por supuesto, ingleses, solían merodear por las costas canarias no sólo porque sabían que casi todos los barcos que iban hacia América repostaban en las islas (y por tanto eran susceptibles de ser saqueados), sino que además les gustaba desembarcar en los pueblecitos costeros de las pequeñas islas como La Gomera, El Hierro y La Palma, y robar todo lo que podían y quizás, violar a alguna paisana.
Pero la cosa fue cambiando, porque ya como parte estratégica del Imperio, los reyes y sobre todo Felipe II se empiezan a mosquear y comienzan a enviar todo tipo de expertos como arquitectos (para crear castillos y fortalezas), ingenieros, militares y demás personajes de lo que entonces era considerado como la élite de la sociedad. Así pues, con el paso de los años Canarias pasó de ser una tierra excesivamente vulnerable a los ataques, a unas islas estratégicas y medianamente bien defendidas.
Para todo aquel que dude o se muestre excéptico sobre lo que estoy contando, ahora les presento un hecho histórico, verificado por casi todos los historiadores españoles que han hablado de Nelson y, para mi sorpresa, por muchos historiadores anglosajones que por una vez se bajan de la nube en la que viven apartándose de los que todavía piensan que Nelson jamás fue derrotado.
Aparte de la mejora de la defensa de las Canarias, un hecho importante fue causa de que la piratería descendiera en las islas de forma notable. Este hecho fue el fracasado ataque de Nelson a Santa Cruz de Tenerife en 1797. Las tropas canarias, bajo el mando del General Gutiérrez, consiguen repeler el ataque del almirante inglés y arrancarle un brazo de cuajo con un cañonazo desde tierra. Nelson se ve obligado entonces a firmar un tratado de paz en tierra firme, en la que se compromete a no atacar más a las Islas Canarias.
Por el respeto que difundía, Nelson -y algún otro inglés más- es invitado a tomar una botella de vino de la isla y una bandeja de quesos autóctonos, porque en aquellos tiempos señores, existía algo que se llamaba honor.
Pero el caso es, ¿qué hubiera pasado si, en vez de tratarle tan bien, ofreciéndole semejante manjar, se le hubiera encerrado en alguna cárcel de Santa Cruz?
No se sabe qué otra guerra hubiera ocasionado la captura de semejante joya, pero sin duda Trafalgar no podría haber sido planeada y combatida por este genio del mar y la navegación.
¡Hombre! Creo que el título está equivocado. Lo que pudo evitar Tenerife fue la tragedia de seguir siendo colonia española. Menuda metida de pata de los tinerfeños y ¡como habría cambiado nuestra suerte perteneciendo a la Gran Bretaña!