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La Sombra del Águila

Título: La sombra del águila
Autor: Arturo Pérez Reverte
Editorial: Castalia
ISBN: 847039830X
Formato, año: Rústica, 1999
Género: Novela histórica

«-¡Peggos espagnoles! ¡Tgaidogues!… ¡Jugagueis fidelidad al Empegadog y al gey de Espagna Gosé Bonapagte o segueis fusilados!»

Así recibió el Comandante Dufour a los 15.000 españoles del 326 Batallón de Infantería de Línea, que habían llegado andando desde Écija a Dinamarca por la antigua ruta de los Tercios, para ayudar a los entonces aliados franceses en la campaña de Rusia organizada por Napoleón, justo en el momento en que los españoles recibieron la noticia de que el pueblo de Madrid se había rebelado contra los gabachos, con cuchillos y macetazos.

Lo que no esperaba Dufour es que dichos españoles no opusieran ningún ápice de resistencia, y aceptaran la labor con júbilo y euforia, aparentemente.

«-Vigílemelos, Bernadotte, dijo Napoleón.

-A la orden, Sire.

-Esos hijoputas ya son difíciles como aliados, así que cuando sepan que les estamos
fusilando a los paisanos para que los pinte al óleo ese tipo, Goya, figúrese la que nos pueden
organizar.

-Me lo figuro, Sire. Gente bárbara, inculta. Vuestra Majestad sabe lo que necesitan: un rey
justo y noble, como vuestro augusto hermano José.»

El catalejo de Napoléon casi se rompe cuando por segunda vez queda gratamente sorprendido ante lo que está viendo: los cañonazos rusos reventando las primeras filas de las tropas francesas, que huyen desesperadamente hacia atrás, mientras el flanco izquierdo avanza a muerte y agitando banderas hacia el enemigo:

«-Españoles, Sire.
El catalejo fue a caer entre las botas del Ilustre. Un par de mariscales de Francia se
abalanzaron a recogerlo, con presencia de ánimo admirable pero estéril. El Enano estaba
demasiado boquiabierto para reparar en el detalle.

-Repita eso, Alaix.

Alaix sacó un pañuelo para secarse la frente. Le caían gotas de sudor como puños.

-Españoles, Sire. El 326 batallón de Infantería de Línea, ¿recuerda?… Voluntarios. Aquellos
tipos que se alistaron en Dinamarca. «

Ninguno de los mariscales, comandantes, correveidiles y cantamañanas que acompañaban a Napoleón en su noble contemplación de la batalla desde lo más alto de una montaña daban crédito a lo que estaban oyendo. Fueron tomados como héroes, llamados Toguegos por los franchutes, pero nunca supieron las verdaderas intenciones de los españoles:

«Ningún herido que pudiera andar se quedaba atrás, y
avanzábamos en línea recta hacia las posiciones rusas, porque estábamos intentando desertar en
masa. Aprovechando el barullo de la batalla, el segundo del 326, en buen orden y con tambores y banderas al viento, se estaba pasando al enemigo. Con dos cojones.»

Sin duda el libro más divertido que he leído en mucho tiempo, basado en un hecho real, didáctico y extremadamente anti gabacho, por si alguno no lo había notado.