La invención de la imprenta por Gutenberg en 1450 terminó rápidamente con el oficio de los amanuenses y permitió la expansión de la cultura por occidente abaratando y acelerando la reproducción de libros. Venecia, por ejemplo, fue la primera ciudad italiana en tener una imprenta, en 1469 y llegó a más de cuatrocientas en 1500. Aquí, debido al atraso, la difusión fue más lenta.
La historia de la imprenta en Cataluña y en España en general no está exenta de oscuridades.
En España comenzó en 1472 a Segovia, ciudad que gozaba de auge económico y cultural. Fue aquí donde se imprimió el primer incunable (por ser anterior a 1501) del país, la obra en castellano “Sinodal de Aguilafuente” de este mismo año. Si bien hubo debate sobre si la primera impresión tuvo lugar en Barcelona en 1468 con la “Gramática“ de Bartolomé Mates, que resultó ser de 1488.
La imprenta se trasladó de Segovia a diversas ciudades, entre las que hay que destacar a Valencia, Barcelona, Zaragoza y Sevilla.
En Valencia se imprimió la primera obra literaria, Obres e trobes en lahors de la Verge Maria, en valenciano, el 25 de marzo de 1474.
La imprenta en Barcelona también alcanzó gran desarrollo. La primera obra impresa fue la «Gramática» de Perottus, del año 1475. El siguiente libro fechado es “Comentarios a Aristóteles de Santo Tomás” que data de 1478 y fue impreso por Pedro Brun y Nicolás de Spindeler. Ambos habían trabajado con Mateo Flandro en Zaragoza.
Parece que en Barcelona se utilizaron tipos móviles antes que en Zaragoza y Valencia. Los tipos móviles son la base del invento de Gutenberg, ya que existían métodos de impresión más primitivos en Europa (en China existía algo similar a los tipos móviles desde el siglo X), similares al proceso de gravado y estampado.
Los maestros alemanes extendieron el uso del recién llegado invento. Párix de Heidelberg en Segovia, o Lambert Palmart, originario de Colonia, en Valencia, originario de la ciudad de Colonia, por citar algunos ejemplos
El predominio en España del uso de las lenguas vernáculas significó una barrera en la tirada de los talleres de impresión del país. Los talleres europeos optaron por el uso del latín para sus ediciones, lo que les facilitó la expansión de sus impresiones.
Por su parte, la Inquisición, creada inicialmente como sistema de control de los nuevos cristianos, terminó por ejercer control sobre todos los ciudadanos. Esto mermó significativamente la variedad que se podía divulgar.
Actualmente el arte de la impresión continúa, el gusto por las artes gráficas no ha decaído. La fotografía ha reimpulsado la impresión digital, las imprentas utilizan sistemas antiguos como el gofrado o embossing para dar belleza a sus impresiones. Pero también continúan desarrollando técnicas de impresión como la impresión en relieve para impactar con originales tarjetas de visita, productos publicitarios, o regalos. La impresión moderna trata finalmente de crear productos genuinos, y duraderos
Algunos dispositivos parecían amenazar a la impresión física, pero ésta se resiste a desaparecer. Los textos destinados al consumo rápido ya no se imprimen. Los periódicos decaen porque la impresión no está ya hecha para lo efímero, pero el espíritu de lo imperecedero, de esos libros que contienen algo de sabiduría o de belleza en forma de palabra o de imagen, siguen prefiriendo soporte tradicional. Quizá un afán de permanencia, de tangibilidad, exista aún en las impresione. La imprenta moderna no parece hoy que vaya a sufrir el destino de los antiguos amanuenses.
Interesante y muy breve. En este contexto «gravado y estampado» debería escribirse «grabado y estampado».
Genial artículo además tiene enlaces con información muy relevantes con todo lo relacionado con la imprenta actual.
Coincido con Jaime, grabado es la palabra correcta en este contexto. Aquí he encontrado información que se me había pasado por alto. Soy redactor y justo estaba preparando un artículo de temática relacionada.