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Fernando VII: el Rey Felón que nos condenó al oprobio

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Fernando VII: el Rey Felón que nos condenó al oprobio

Si la historia de España fuese un teatro de sombras, Fernando VII sería la figura grotesca que arrastra al país hacia el abismo con una mueca sardónica. Y es que hablar de este personaje es toparse con el paradigma de la traición, la mediocridad y el egoísmo vestido de monarquía. Si uno quisiera buscar un ejemplo de cómo no gobernar un reino, de cómo hundirlo en la ruina moral y material, bastaría con estudiar las andanzas del rey más nefasto que ha conocido esta piel de toro.

Fernando VII, ese Borbón de manual, no solo traicionó a su padre Carlos IV y al valido Godoy —con quien, dicho sea de paso, compartía la incapacidad política—, sino que vendió el alma de la nación al emperador Napoleón como si España fuese un vulgar botín que pudiera intercambiarse por un trono usurpado. Firmó en Bayona la cesión de sus derechos al imperio francés y, mientras los patriotas morían en las calles luchando contra los invasores, este «rey por la gracia de Dios» se daba la gran vida en Valençay, cómodo y satisfecho, esperando que otros le devolvieran la corona que él había entregado de forma tan miserable.

El retorno de Fernando VII en 1814, saludado por muchos como la restauración de un monarca legítimo, fue en realidad el principio del fin. A su regreso, no contento con haberse desentendido de la guerra de la independencia, desmontó de un plumazo la Constitución de Cádiz de 1812, esa «Pepa» que, pese a sus defectos, representaba un intento de modernizar y democratizar un país atado a siglos de oscurantismo. Restableció el absolutismo con un odio visceral hacia cualquier atisbo de libertad y progreso, como si la idea misma de una España ilustrada y racional fuese un insulto a su condición de rey.

¿Y qué logró con su reinado? Hundir al país en la más absoluta miseria. Perder las colonias americanas, las joyas de la corona, gracias a su negligencia y falta de visión. Perseguir a los liberales con saña, llenando las cárceles y los cementerios de españoles que soñaban con un país más justo. Dejar el campo devastado, la economía en ruinas y a la población sumida en la desesperación.

Fernando VII tenía un talento único para convertir cualquier oportunidad en un desastre. Si en España existió alguna vez una chispa de republicanismo, fue él quien la avivó. Su reinado fue un recordatorio de todo lo que estaba mal en la monarquía: el despotismo, la ineptitud, el desprecio por la ciudadanía y el capricho personal elevado a la categoría de política de Estado. Si algún español miró con buenos ojos la idea de una república, fue porque Fernando VII demostró que la alternativa borbónica era un callejón sin salida.

Uno no puede evitar preguntarse qué hubiera pasado si el pueblo español, harto de sus miserias y de las tropelías del «Deseado» —un sobrenombre que hoy suena como una burla macabra—, hubiese abrazado de lleno el republicanismo en lugar de caer, una y otra vez, en las mismas redes de una monarquía corrupta. Quizá España habría encontrado un camino distinto, menos dependiente de las intrigas cortesanas y más orientado hacia un futuro en el que el ciudadano, y no un rey incapaz, estuviera en el centro de la vida pública.

Pero no fue así. Fernando VII nos dejó un legado envenenado: una España dividida, pobre y desconfiada, donde el germen de las guerras civiles ya estaba sembrado. Por eso, cuando pienso en este monarca, no puedo evitar sentir una mezcla de desprecio y rabia. Porque su reinado no fue solo un desastre; fue una oportunidad perdida, un recordatorio amargo de lo que pudo ser España si no hubiera tenido la desgracia de caer en las manos de un rey tan indigno.

Fernando VII, en definitiva, no solo fue el peor enemigo de España; también fue el mejor aliado de los ideales republicanos. Una paradoja amarga, pero al fin y al cabo, una verdad que la historia se encarga de recordarnos. Y es que, a veces, para entender la necesidad de un cambio, no hay nada como un mal ejemplo.

By | 2024-12-09T13:01:13+00:00 diciembre 9th, 2024|Historia General|0 Comments

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