Una de las teorías más en boga entre los historiadores sobre la caída de la República Romana es precisamente sus conquistas. Roma asimiló primero a los otros pueblos italianos, tanto militar como diplomáticamente; luego ganó influencia en el mar, derrotando en dos guerras a Cartago, y fulminándola en un tercera guerra (más una operación de limpieza étnica que otra cosa, un auténtico holocausto cartaginés).
Con estas guerras ganó el control de Hispania y de parte del Norte de África, tanto con terreno conquistado directamente como con diplomacia. Luego los ojos se volvieron al este, a Grecia, y luego a Asia. La expansión llegó a Egipto, a Dacia, Mauritania, Britania, pero eso fue en época imperial.
Pongámonos en perspectiva:
1. El Ejército Romano era el más disciplinado y profesional de su época. Ya antes de Publio Cornelio Escipión era un ejército cuasi profesional, y con un entrenamiento y disciplina superior a cualquier otro. Luego fue profesionalizándose mucho más, hasta Mario, que lo reformó y profesionalizó totalmente (soldados con soldada – el salario- y a tiempo completo).
2. Los romanos pasaron de defenderse o de pequeñas campañas de conquista en Italia a larguísimas campañas de conquista, sometimiento y “romanización”. Esto requería de mandatos militares cada vez más largos. Recordemos que en sus inicios las legiones las comandaba uno o los dos cónsules durante un año nada más, y en casos excepcionales un Dictador durante seis meses.
3. Estos mandatos militares dieron pie a que los soldados fueran asimilando su lealtad más hacia sus generales (artífices de sus victorias) que al Senado y a Roma.
4. El éxito de las conquistas trajo inmensas fortunas a Roma, tanto al tesoro público como en manos privadas. Grandes cajas traen grandes proyectos, dispendios arbitrarios, clases no productivas, etc. La grandeza de Roma atraía a muchos a sus puertas.
5. La expansión en sí produjo la mentalidad de que la ciudadanía romana era superior, y que era su deber romanizar al mundo.
Estos puntos, aparte de muchos otros, fueron afianzando y fortaleciendo a las familias patricias, entre las que se encontraban los generales y grandes políticos. Y dando más cuota de poder a los equites, las “clases medias” comerciantes y banqueras, aparte de trabajo a las clases humildes, en la legión.
Finalmente, la gloria pasó a ser patrimonio exclusivo de las conquistas militares, y fueron los conquistadores, todos juntitos, por orden y con disciplina, los que acabaron con la República. La lección que aprendieron es que un territorio pequeño y homogéneo se puede gobernar con formas democráticas pero el auténtico poder necesario para asimilar otras culturas es el militar, y quien comanda el ejército, tiene el poder de facto, aunque no sea legítimo.
Esta es una de las razones por la que se dice hoy en día que las democracias no buscan imperios, puesto que esto puede tornarse autodestructivo, aunque lo “naïve” del argumento es inapelable.
Probablemente este sea el punto más importante:
Estos mandatos militares dieron pie a que los soldados fueran asimilando su lealtad más hacia sus generales (artífices de sus victorias) que al Senado y a Roma.
Gran artículo.
[…] la jubilación, algo que hoy nos parece muy normal aunque notablemente moderno, en realidad, es un invento de los romanos a los cuales les encantaba tener mucho tiempo ocioso, tener victorias en la guerra y conquistar […]