Me vi obligado a escribir sobre la creación de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 al volver a ver este cuadro que ahora ilustra la portada de este artículo. No sé a ustedes pero a mi me encanta el colorido, el ímpetu y el movimiento de este cuadro, que algún día colgaré de mi pared, en memoria de la España que nunca fue, la España que debió ser, a la vanguardia de la democracia en Europa, en vez de haber vuelto a las manos del autoritario Fernando VII, en mi opinión el mal de todos los males de los últimos dos siglos en nuestro país.
Pongámonos en escena. El mismo Napoleón había entrado en España en 1808 supuestamente para pasar hacia Portugal (Tratado de Fontainebleau), aliado de Inglaterra y por tanto enemiga de Francia. Sin embargo, en menos de lo que canta un gallo, los españoles se empiezan a dar cuenta de que las intenciones de los franceses son exactamente las contrarias. La intención de Napoleón no era sólo llegar a Portugal, sino hacerlo sometiendo primero al país que le sirvió como puente, España, así llegando a tener en la península a más de 65.000 soldados franceses.
Las abdicaciones de Bayona, en las que tanto Carlos IV como su hijo Fernando VII acaban concediéndole el trono de España al mismísimo Napoleón, que pone a su hermano José I Bonaparte (Pepe Botella) al frente del Estado Español. Esta abdicación nunca fue entendida por los ciudadanos españoles, que vieron cómo su monarquía (en aquel entonces no tan minusvalorada como ahora), se fue yendo uno por uno hacia Francia abandonando a su pueblo. Los Borbones estaban siendo sustituidos por los Bonaparte.
Sin embargo las aspiraciones de Napoleón pronto se vieron truncadas por el sangriento Motín de Aranjuez y el Levantamiento Popular del día 2 de mayo de 1808 en Madrid, cuando el pueblo español se rebeló contra las tropas francesas llegando a aglomerarse en las puertas de distintos recintos del ejército para pedir armas y acabar con el enemigo. Los héroes de este levantamiento fueron los militares Daoiz (en imagen izquierda) y Velarde, que desobedecieron todas sus órdenes superiores para concederle armas al pueblo y montar ellos mismo un pequeño batallón que se agruparía en el Cuartel de Monteleón de Madrid.
Tras el Levantamiento de Madrid de mayo de 1808, vinieron los consecuentes fusilamientos de los héroes españoles a manos de los franceses, cosa que enfadó todavía más a los españoles y desencadenó una sangrienta guerra en la que intervinieron no sólo los franceses y los españoles, sino las tropas inglesas del Duque de Wellington y la aparición de las guerrillas. Para muchos, esta guerra también fue civil pues enfrentó a los afrancesados españoles contra los partidarios de Fernando VII. Los afrancesados finalmente huyeron del país ante la derrota napoleónica de 1814.
En medio de todo este tumulto, con una España invadida y dividida, se crean Las Cortes de Cádiz de 1812, que fueron el resultado de la necesidad de unión de las Juntas Provinciales, que se habían creado en España como consecuencia del NO Reinado de Pepe Botella. José I Bonaparte, a pesar de ser un buen hombre, nunca pudo hacerse valer en España, obviamente por haber entrado por la fuerza. El vacío de autoridad creó una nueva autoridad nacional y requería de coordinación estatal.
Así, en septiembre de 1808 se creó la Junta Central que se estableció como máximo órgano de gobierno y un poco más tarde se convocaron reunión de cortes extraordinarias en Cádiz, acto que inauguraba explícitamente el proceso revolucionario.
Las Cortes de Cádiz
Según la misma Wikipedia: El 24 de septiembre de 1810, en su primer decreto, las Cortes proclamaron que eran depositarias del poder de la Nación y que, por tanto, se erigían como poder constituyente, principio plasmado también en el artículo tercero de la Constitución de 1812: “La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a esta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales”.
Así, el 19 de marzo de 1812 se aprobó la Constitución de 1812 con 384 artículos enmarcados en 10 títulos. A esta constitución se le puede atribuir las siguientes cosas:
- Soberanía de la Nación
- Monarquía Constitucional
- Separación de Poderes
- Limitación de los Poderes del Rey
- Sufragio Universal Masculino Indirecto
- Derecho de Propiedad
- Ciudadanía española para todos los nacidos en la América española.
- Libertad de imprenta
- Abolición del régimen señorial
- Supresión de la Inquisición Libertad económica, comercial, de trabajo y de fabricación.
- Tímida desamortización de algunos bienes de la Iglesia.
[…] a hacer la constitución más liberal y avanzada de todos los tiempos, sí señor, La Pepa, La Constitución de Cádiz de 1812, que de entre otras cosas concedía el poder de la nación al pueblo por encima de todo, y en la […]